Operación de Laminectomía con
Instrumentación.
(Nota: Este es un relato informativo de mi experiencia como paciente, por lo que no uso los términos médicos utilizados
en las descripciones de mis antecedentes, diagnósticos de radiografías,
sino que solamente copio texto de
algunas conclusiones en dichas radiografías.)
Realizada el 4 de enero del 2010.
Por el doctor Javier Alvarado C.
Cardiólogos Asociados de Panamá.
Tel. 204-8300 Ext.2170, 204-8462 y 2048463.
De Clínica en Punta Pacífica.
Panamá, R. de P.
La paciente, señora Yolanda Ríos
de Moreno.
Edad, 62 años.
Diagnóstico: Rotoescoliosis de
convexidad izquierda, spondiloartrosis degenerativa, hernia, degeneración de
discos, osteofitos marginales en las vértebras lumbares L2, L3, L4, L5, S1.
La operación se realizó con éxito en un Hospital Privado de Panamá.
Antecedentes: El dolor lumbar se inició en el año de 1984, para
este año ya había pasado por 3 operaciones de cesárea en las que se utilizó un
método de anestesia llamado raquídea, (donde te anestesian a través de la
médula espinal), una extracción de pólipo benigno rectal y la histerectomía
completa, operaciones que también requieren el método de anestesia de raquídea.
Del año 1984 al 2009, durante los
cuales laboraba en administración de apartoteles, me atendía en una institución
pública, donde me vieron diferentes ortopedas quienes me recetaban medicamentos
para el dolor y fisioterapia, en esta institución también me realizaron radiografías
y resonancia magnética que definían claramente la situación de mi columna, pero
me indicaban que con el reposo y tratamiento debía recuperarme; Además, realizaba ejercicios de Yoga y
natación que me ayudaban a tener flexibilidad y menos inflamación atenuando los
lapsos dolorosos.
Sin embargo, ninguno de estos
médicos me refirió a ningún otro especialista, ni me explicaron la gravedad de
mi condición, ni la posibilidad de solicitar una pensión por discapacidad a
pesar de que, como abonado a esta Institución, habría tenido todo el derecho a
tenerla.
En el año 2000, dejé de trabajar
por motivos de esta dolencia que me incapacitaba mucho y 5 años después me
jubilé. Lo primero que cambié fue la silla giratoria por una estable y con
soporte en espalda, que alivianó un poco los dolores que iban de mi cintura
hacia las piernas, eran más fuertes en la pierna derecha. Sin embargo, pienso
que con el paso de los años, se me hacía cada vez más difícil soportar tanto y
constantemente el dolor neurálgico.
En los años 2000 al 2009, estando
ya en casa, reposando y cuidándome más, los dolores de mi cadera se fueron
haciendo más fuertes, se me ponía la piel caliente, inflamada y roja. No puedo
precisar la fecha o el año –creo que en el 2004- fue cuando empecé a sentir que
un dolor muy, muy agudo, parecido a un gigantesco y fino clavo caliente que se
lanzaba desde el glúteo hasta la planta de mi pie derecho, era insoportable, a
veces hasta me hacía gritar, éste no era constante sino esporádico y sumamente
fuerte, veloz e hiriente.
Mi esposo me concertó una cita con
una especialista en medicina física y rehabilitación, en el año 2005, me
hicieron exámenes de neuroconducción y con electrodo de agujas que mostraban un
patrón de interferencias disminuido del 75% en el muslo derecho y de interferencias
disminuido 50% en los músculos Peroné largo y Gemelo interno bilaterales y Tibial
anterior derecho.
Lo cual concluye en: “Radiculopatía
L5 bilateral de larga data”.
La doctora me indica que esta
condición no es operable pues está en los nervios mismos de ambas piernas.
En estas radiografías se puede ver cómo tenía las vértebras antes de la operación.
Me enviaron innumerables veces ha
hacerme fisioterapia en una institución pública y en un hospital privado de Panamá;
También me atendieron médicos quiroprácticos y pasaba largos períodos en reposo
con pad térmico y pad congelado para aminorar los dolores
que con el tiempo se hacían más y más agudos. Utilizaba toda clase de ungüentos
y bálsamos que me recomendaban familiares y amigas o que salían nuevos en el
mercado farmacéutico.
Tengo más 8 Cd’s con radiografías
anteriores y otras imágenes pero no deseo agrandar mi relato.
En el año 2008, mi médico Roberto Icaza, especialista en
psiquiatría, viendo mi desesperación por la falta de mejora en esta condición
tan incapasitante, me recomendó y me refirió con un colega y amigo de él que se
llama doctor Javier Alvarado C.,
neurocirujano, quien trabaja junto con otros neurocirujanos reconocidos en
Cardiólogos Asociados de Panamá. El
doctor Alvarado me recibió esa misma tarde.
En esta imagen tenía inflamación.
En esta imágen se muestra el disco desgastado.
Y al iniciar la consulta, el doctor Javier Alvarado tomó con suma
seriedad mi condición, analizó cautelosamente las diferentes radiografías que
ya me habían solicitado anteriormente y algo que le disgustó mucho, fue que las
hubieran rayado otros médicos para indicarme dónde veían el problema. Después
de algunas visitas, donde me envió a nuevos exámenes de radiografías, me indicó
que era mejor utilizar otro método antes de decidir por la operación, pues
pensaba que ésta debía de ser la última opción.
Pero el diagnóstico que se podía hacer al observar las
radiografías y la resonancia magnética era claro y nos explicó a mi esposo y a mí,
con una prótesis plástica articulada de la columna, exactamente cómo pasaban
los nervios comprimidos, la posición de la hernia y cómo las vértebras de L5 a
S1 tenían rotación formando lo que llaman Rotoesclerosis.
En esta radiografía se nota la rotoescoliosis
y degeneración de los discos.
Me recetó productos para los
dolores neurálgicos que contienen, entre otros químicos, diclofenáco y
acetaminofen y decidió que primero se debía probar con un “bloqueo” o
tratamiento de anestesia especial que va directamente inyectada en un punto de
la columna donde se manifiesta el dolor y lo “bloquea”, pero que este
procedimiento podría tener un término de 6 a 8 meses en su beneficio. La
intervención se hace en un quirófano de hospital, con anestesia y es
ambulatoria. Este método lo realizó dos
veces antes de tomar la decisión de operarme la columna.
El 19 de Noviembre del 2009, me
solicita otra Radiografía de Columna Lumbo-sacra donde la conclusión era:
Cambios de espóndilo-artrosis lumbro-sacra más acentuado en los niveles L4-L5,
L5-S1 y en menor grado L3-L4. Roto-escoliosis
de convexividad izquierda y cambios degenerativos facetarios.
El 26 de noviembre de 2009 el
Doctor Alvarado solicita Rx. Columna Lumbar sin contraste con técnicas SE T1W,
T2W y una mielografía por RM. Cuya conclusión era: Signos de disminución en
calibre del canal a nivel de L3, L4. Cambios degenerativos que afectan la L4-L5
y L5-S1.
En diciembre del 2009 me manda
hacer otros exámenes indispensables previos a la operación que son: Laboratorio
con hemograma completo y específico de anti-operación, radiografía de los
pulmones y estudio del corazón con los especialistas de cada rama, los cuales
salieron bien y se anexaron al expediente.
El 22 de diciembre me entrega la
orden de ingreso al hospital con los preparativos necesarios para operar el 4
de enero del 2010.
Ese día, me acuerdo muy bien, que
entré por la puerta principal a registrarme –sola pues mi esposo iba a
estacionar el carro- era muy temprano en la mañana, me condujeron al cuarto de
preparación y me prepararon para recibir medicación intravenosa. Yo estaba
preocupada por mi esposo, pues pensé que no sabría cómo llegar hasta donde yo
estaba, y en efecto no lo vi antes de entrar al quirófano.
El médico anestesiólogo, no
recuerdo su nombre, me entrevistó levemente pero, si recuerdo que en forma muy
simpática, me explicó el medicamento que me iban a inyectar y su consecuencia.
La operación duró de 6 a 7 horas,
creo. Se necesitó solicitar donaciones de sangre ya que mi Tipo es O-
(negativo) que no es común. Y al
terminar me condujeron al cuarto de recuperación, donde estuve 4 días en
cuidados intensivos y fueron muy delicados y angustiantes, puedo decir que los peores de mi vida; sentía mucho dolor
pero sabía que ese dolor era de la operación en sí y no emanaba ya de mi
columna. Recuerdo que me tomaban radiografías de la columna cada día, las
enfermeras me daban los medicamentos recetados y yo estaba como en un estado de
semi-conciencia porque no podía dormir. No podía recibir visitas, solo veía a
mi esposo e hija los primeros 2 días y por pocos minutos, realmente me sentía
muy sola. Inexplicablemente para mí, escuchaba todo el tiempo el sonido alto de
una televisión prendida en otro cubículo y ese ruido me mantenía despierta, no
comí nada como en dos días y recuerdo que la primera porción de comida fue una
gelatina sin sabor y una sopa líquida.
En la tercera noche me dio un
fuerte ataque de ansiedad, sentía que no podía respirar, fue una sensación muy
angustiosa, no sé cuánto duró -fue mucho-, hacía señas con la mano, trataba de
hablar pero no me salía la voz; Ninguna
enfermera se acercó a mí en esos momentos tan desesperantes, pero empecé a
decirme a mi misma que los pulmones no tenían nada que ver con mi operación y
que me debía tranquilizar, traté de concentrarme en mi respiración y fui poco a
poco haciéndola mas lenta y pausada hasta que me dormí. Al siguiente momento en
que desperté (no sabía si era día o noche), estaba junto a mí el médico
residente y me iniciaron un tratamiento para oxigenar mis pulmones y me
hicieron ejercicios de respiración durante el resto de mi estadía. Se me hacía
muy difícil hacer esos ejercicios, era como soplar a un aparato plástico donde
se movían tres pelotitas de color celeste claro, medio y oscuro cada una en su
propio tubo, y otro era inspirar y retener la respiración por minutos y el uso
de oxígeno, yo me sentía muy débil y fatigada como para hacerlos por treinta
minutos mañana y tarde pero la terapeuta me animaba y me insistía que eran muy
importantes para mi recuperación. Este tratamiento no fue aceptado por la
compañía de seguro que tenía y cubrimos personalmente su costo.
Algunas buenas amigas fueron
entrando de una en una después, en el tercer y cuarto día, yo las veía pero aún
no podía hablar pues me sentía sumamente débil.
Mas adelante, cuando al 5º día me
pasaron a un cuarto privado, me enteré de que, como 10 amables personas, se habían
ofrecido para donar su sangre; Para ellos guardo mi agradecimiento total y
permanente.
Radiografía con la imágen donde se aprecia los resultados
de esta increíble y satisfactoria operación.
La rehabilitación se inició al
día siguiente. La misma fisioterapeuta que me atendió en el hospital en otras
ocasiones anteriores pudo ir a mi casa para hacérmela. Al principio no podía mover en absoluto mis
piernas, pero ella me tranquilizaba diciéndome que era normal por la anestesia
recibida y que poco a poco iba a ir sintiéndolas y moviéndolas por mi misma. Duraban
como una hora, ella me ponía compresas frías (hielo), después ella movía mis
pies, luego las piernas, seguía con un aparato de rayos infrarrojos y al final
colocaba los “Tens” que son como parches por los que mandan pequeñas descargas
y movilizan los músculos, todo esto con gran delicadeza. Los dolores siguieron
durante todo el tiempo de la fisioterapia, pero sabía que era por la herida de
la operación y los músculos que tenían que volver a unirse bien reforzándose y
que toda mi recuperación dependía de mi solamente.
La fisioterapeuta me decía que cuando
me doliera la cadera o la pierna, me pusiera a hacer ejercicio y así lo hice.
Desde el primer día pude levantarme y caminar, con dolor claro, pero las
piernas estaban perfectamente bien. En algunos meses inicié el estiramiento de la banda elástica, y mas adelante, iba al hospital para hacer
mejores ejercicios en aparatos, como bicicleta estacionaria, con unas pelotas
plásticas grandes, caminar subiendo la pierna lo más posible, y subir y bajar
escaleras, en casa hacía los ejercicios de movimientos de piernas, el
estiramiento de las piernas con banda elástica, además caminar; también hice
natación lo que me ayudó muchísimo para mi recuperación general. Cada año sentía menos dolor y como al 3er.
año empecé a sentirme ya sin dolor y podía subir y bajar pocos escalones, al 4º
año ya dejé de usar el bastón. Ahora sólo lo uso por precaución.
Después de la operación, cuando
ya podía moverme, solicité en la oficina de Senadis que está ubicada en el
Corregimiento de Antón, el gafete de discapacitado para el auto, se tienen que
llenar unos requisitos que son llenar el formulario, llevar la orden médica, 2
fotografías tamaño carné e indicar si manejan auto, el número de la placa y del
chasis.
Hoy 30 de noviembre de 2016,
después de 6 años y 11 meses, sólo me queda el esporádico dolor de la Ciática
que aparece si me excedo en mis actividades, y me he decidido compartir con el
público este proceso por el cual después de casi 25 años de sufrir dolores en
el cuerpo, pude recibir la ayuda médica que necesitaba para ponerle un alto a
ese desgastante sufrimiento.
Como anteriormente lo indicó la
especialista en medicina física y rehabilitación, la radiculopatía no se puede
curar, solo se trata, así que sigo padeciendo de cierta incomodidad en la
pierna derecha y no debo estar en una sola posición más de una o dos horas,
entre sentada, parada, acostada y movimiento. Este dolor se trata con
medicamentos neurológicos, y el debido cuidado en los movimientos que uno realice,
como por ejemplo: no puedo caminar largas distancias, ni subir o bajar
escaleras altas, no puedo cargar ni empujar cosas que pesen más de 4 kilos (8
libras), no puedo tener movimientos de estiramiento o agacharme sin doblar bien
mis rodillas.
Pero aún así, recomiendo que las
personas que sufren de su columna vean por todos los medios posibles y a su
alcance, un neurocirujano calificado les pueda ofrecer el tratamiento que
necesitan.